Quo vadimus?
¿Alguien sabrá para dónde vamos?
Porque
de los análisis de los políticos, sean estos de gobierno o lo sean de oposición
nada se puede concluir seriamente: esta sensación de desamparo intelectual se
eleva al infinito cuando quien opina es democratacristiano. Quizás sea
conveniente recordar lo expresado por SS Benedicto XVI, que confirma y actualiza la posición de la Iglesia Católica
en relación con el marxismo. Su clara inteligencia define una posición aplicable
a lo que estamos viviendo: (Encíclica
“Spe Salvi” del 30 de noviembre de 2003)
<<Pero con su victoria
(del comunismo) se puso de manifiesto también el error fundamental de Marx. Él
indicó con exactitud cómo lograr el cambio total de la situación. Pero no
nos dijo cómo se debería proceder después. Suponía simplemente que, con la
expropiación de la clase dominante, con la caída del poder político y con la
socialización de los medios de producción, se establecería la Nueva Jerusalén. En
efecto, entonces se anularían todas las contradicciones, por fin el hombre y el
mundo habrían visto claramente en sí mismos. Entonces todo podría proceder por
sí mismo por el recto camino, porque todo pertenecería a todos y todos querrían
lo mejor unos para otros. Así, tras el éxito de la revolución, Lenin pudo
percatarse de que en los escritos del maestro no había ninguna indicación sobre
cómo proceder. Había hablado ciertamente de la fase intermedia de la dictadura
del proletariado como de una necesidad que, sin embargo, en un segundo momento
se habría demostrado caduca por sí misma. Esta « fase intermedia » la conocemos
muy bien y también sabemos cuál ha sido su desarrollo posterior: en lugar de
alumbrar un mundo sano, ha dejado tras de sí una destrucción desoladora. El
error de Marx no consiste sólo en no haber ideado los ordenamientos necesarios
para el nuevo mundo; en éste, en efecto, ya no habría necesidad de ellos. Que
no diga nada de eso es una consecuencia lógica de su planteamiento. Su error
está más al fondo. Ha olvidado que el hombre es siempre hombre. Ha olvidado al
hombre y ha olvidado su libertad. Ha olvidado que la libertad es siempre
libertad, incluso para el mal. Creyó que, una vez solucionada la economía, todo
quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo: en efecto, el hombre
no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo sólo
desde fuera, creando condiciones económicas favorables. >>
Lo dicho por el Papa Benedicto
es doctrina pura desde la claridad de un hombre sabio; basados en estas
definiciones es posible mirar lo que pasa en Chile y, posiblemente, contestar
la pregunta con que se inicia este artículo.
El senador Quintana aplica una
lógica marxista altamente depurada; no importa la destrucción del país porque
de sus escombros nacerá el hombre nuevo, la solución definitiva y fulgurante.
El parece saber donde vamos pero, desgraciadamente, no sabe en que estado llegariamos.
Por su parte el Partido
Comunista apura la realización de ¡su! Programa de gobierno, confiando que la
dinámica histórica nos lleve al paraíso de la Cuba de Castro, de Corea del
Norte, de La Alemania de Hönecker o de la Venezuela de Maduro. Los
izquierdistas jóvenes del parlamento luchan por reformas aceleradas y mal
pensadas, suponiendo que los países se reaniman automáticamente cuando la
izquierda aplica e impone sus soluciones. En este marco de descalabro
intelectual surge nítida la figura del inmutable presidente de la DC que,
solemnemente, declara que la solución está en la “unidad en la acción”, unidad
supeditada a los deseos de los jóvenes revolucionarios que llegaron a la Cámara
de Diputadas gracias a las omisiones de su partido. Parece que no se dan cuenta
que los democratacristianos son verdaderos prisioneros de sus peores enemigos.
La cita que transcribimos
tiene una característica especial; no es una reflexión teológica, es una
reflexión histórica, un análisis político de gran profundidad intelectual. Me
atrevo a decir que es una reflexión irrefutable.
La conclusión es clara: la
aplicación de la ideología marxista tiene un solo y escalofriante resultado, el
fracaso de la izquierda.
Esto es lo que estamos padeciendo
en nuestro país, el fracaso de la izquierda, agravada porque el camino al que
nos llevan las ideas de la izquierda es previsible dada la reiterada y
sostenida experiencia de más de cien años de experiencias marxistas fracasadas en
el mundo.
El Papa Benedicto reclama una
reflexión seria sobre las consecuencias de la ideología que campea en la Nueva Mayoría.
No se trata solo de la patética
incapacidad de la Sra.
Presidenta, se trata de la aplicación de un ideario que no
incorpora, ni incorporará la factibilidad como componente de las políticas
públicas.
Chile es víctima del
tradicional resultado de las ideologías de izquierda.
Vamos directamente al fracaso
como país consecuencia del fracaso de la izquierda.
Julio Bazán A.
28 de julio, 2015.
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