Araucanía, Soberanía Nacional
Nota: Ante el recrudecimiento de
las agresiones indigenistas en el sur de Chile y a las declaraciones de Héctor
Llaitul, dirigente de la CAM, publicadas hoy en el diario El Mercurio, cuerpo C
pág. 11, me ha parecido interesente transcribir lo que sigue:
Hoy, 25 de agosto circula un
manifiesto en que se convoca a “Funar” la movilización de los camioneros.
Convocando para realizar esta amenaza a las 10:00 frente a la moneda el día
jueves 27.
Repito artículo publicado el día
27 de mayo.
Les recuerdo a los que leen este
Blog que estas conclusiones datan desde el mes de junio de 2011.
jba
LA SITUACIÓN EN EL
SUR NO ES DE ORDEN PÚBLICO,
ES
DE SOBERANÍA NACIONAL.
CONCLUSIÓN
(del libro” Es Mapuche el Conflicto”)
Este
libro comienza con una pregunta: ¿Es mapuche el Conflicto?
Parece
más que conveniente, indispensable, dar una contestación a esta cuestión.
Lo
primero es afirmar categóricamente que en la Araucanía hay un conflicto, un
gran conflicto que ha sembrado el terror en los habitantes de la zona. Un conflicto que
los sucesivos gobiernos no han podido resolver en los años transcurridos desde
1989. Y que hay un problema de pobreza campesina de enormes proporciones. Un
problema que tiene que ver con la incapacidad nacional de integración
multisectorial.
El
Conflicto en la Araucanía no es Mapuche,
no es de mapuches.
Hemos
definido el universo que conforman los mapuche en Chile y en la Araucanía
basados en las encuestas de población del INE. Hemos analizado la extensión,
profundidad y vigencia de la “Cultura Mapuche”. También se ha mostrado la
trayectoria del conflicto en base a la historia que ha quedado plasmada en la
prensa, en los testimonios de agricultores, gremios, campesinos indígenas y no
indígenas de la zona.
Ninguno de estos
análisis nos lleva a concluir que los mapuche tienen un conflicto con el Estado
chileno, como se demuestra en los estudios publicados por el Centro de Estudio
Públicos, citados en este libro. Más aún en la contestación a las preguntas ¿Se siente Ud. mapuche, chileno o una
mezcla de los dos? Las respuestas son:
a) En el grupo
de alta intensidad 72% se siente chileno.
b) En el grupo de media intensidad el 51% se siente
chileno, un 48% se siente mapuche y chileno.
c) En el grupo de baja intensidad el 80% se siente
mapuche y chileno.
De todos los parámetros medidos se deduce un
pueblo que se identifica con la chilenidad y sus instituciones.
¿Cuál
es el fundamento, entonces, para hablar del “Conflicto Mapuche”?
El
origen de la situación conflictiva se encuentra, en Chile, en las
organizaciones de orientación marxista que promovieron los partidos
correspondientes de esta tendencia para oponerse al Régimen Militar. Luego, con
entusiasmo, se unieron los democratacristianos con su comunitarismo utópico. El
campo estaba preparado para la siembra. Fuera de
Chile, en Organizaciones Europeas, de EEUU y Canadá sin finalidades claras,
vinculadas con gobiernos cuyos finas tampoco se conocen.
Paralelamente,
en la década de los ochenta del siglo pasado se produjo un movimiento
indigenista creciente y sumamente agresivo en el ámbito internacional. Fue el abono para la siembra.
Al
llegar al poder los partidos de la Concertación ya existían dirigentes
indigenistas, algunos de ellos auténticamente indígenas, otros solamente
agitadores izquierdistas. Por otra parte intelectuales de izquierda se
dedicaban a descalificar lo que llamaron “historia oficial”, dándose a la tarea
de escribir historias de los mapuche, que se sustentan en narraciones de
ancianos y análisis antropológicos, de dudosa seriedad científica.
En
este ambiente el Presidente Aylwin promueve y promulga la ley 19.253 que parte
de supuestos indigenistas y que, una vez promulgada, genera y exacerba
aspiraciones imposibles de cumplir. Esta ley, como se ha demostrado, se enlaza
con el Convenio OIT 169, y otras disposiciones legales y administrativas, ha
sido la creación izquierdista para realizar acciones reivindicativas de tierras
y de objetivos políticos como la autonomía de los “pueblos originarios” que
rayan en una desbocada demencia.
Hay
un conflicto en el sur de Chile. Provocado por la irresponsabilidad de los
políticos, por la instigación de los ideólogos indigenistas, por potencias
extranjeras, por ONG internacionales cuyos propósitos no están claros y por la
apetencia de tierras de personas a las que la ley les ha creado una
institucionalidad que ha activado la violencia que las autoridades no han
sabido o no han querido controlar.
Conflicto
existe, pero no es mapuche.
“Conflicto
Mapuche” es un buen titular de prensa, es identificatorio: es la contribución
de la prensa a la agitación irresponsable.
Un
problema grave existe, pero es el creado por la utilización de la pobreza de
compatriotas desde la agitación inmisericorde; por el terrorismo al que se
responde con temor y diálogos que desprestigian la autoridad del Estado.
Un
problema existe, es el problema generado por la ideologización de unos y la
irresponsabilidad para legislar de otros.
No
les endosen a los naturales de estas
tierras acciones que no les son propias. No los engolosinen con “tierras
ancestrales” que son una utopía de intelectuales añejándose en una lucha de clases en que los indígenas son los
oprimidos y los chilenos los opresores. O el botín de intereses extranjeros,
como lo avizorara Cornelio Saavedra en 1870.
El
respeto por la persona humana, que debe ser el principio y fundamento de toda
política pública, debe guiar a los gobernantes para que los pobres salgan de la
pobreza, para que los incultos accedan a la cultura de la información.
Que
a nadie se le haga creer que su solución vital está encadenada a 5.5 hectáreas de
tierras en razón de una supuesta cultura que solo los indigenistas buscan
mantener o inventar porque les reporta enromes ventajas económicas y de todo
orden. O al utópico, o sedicioso, dominio autónomo de la Araucanía.
El
Conflicto no es Mapuche, es la utilización perversa de los mapuche por
políticos que por la vía legislativa generaron condiciones para el conflicto,
por los ideólogos izquierdistas y los activistas indigenistas, nacionales e
internacionales, que hicieron uso de estas condiciones para conseguir propósitos que, algunas veces
se explicitan, otras se ocultan,
perdiéndose en la verborrea de sus patrocinadores y en los laberintos
infranqueables de las ONG que apoyan a estos activistas. También por los
gobiernos, incapaces de enfrentar este grave problema con el ejercicio de
la autoridad, que no es un privilegio,
sino una responsabilidad ineludible.
Se
dice por muchos que uno de los más graves problemas del futuro inmediato será
el control sobre el agua, nuestro sur
tiene una de las mayores reservas de agua del mundo; el futuro próximo de la
vida económica mundial, por otra parte,
está en la cuenca del Océano Pacífico, las costas de Chile, su borde
costero, es una plataforma excepcional para generar enclaves para la pesquería
y el comercio en el Pacífico.
El
mundo está presenciando nuevas formas de imperialismo: sin control territorial
directo, pero controlando a quienes tienen el poder sobre ciertos territorios.
¿Será Chile un objetivo de este nuevo imperialismo?
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