miércoles, 27 de mayo de 2015

Araucanía, Soberanía Nacional





Nota: Ante el recrudecimiento de las agresiones indigenistas en el sur de Chile y a las declaraciones de Héctor Llaitul, dirigente de la CAM, publicadas hoy en el diario El Mercurio, cuerpo C pág. 11, me ha parecido interesente transcribir lo que sigue:

LA SITUACIÓN EN EL SUR NO ES DE ORDEN PÚBLICO,
ES DE SOBERANÍA NACIONAL.

CONCLUSIÓN (del libro” Es Mapuche el Conflicto”)
Este libro comienza con una pregunta: ¿Es mapuche el Conflicto?
Parece más que conveniente, indispensable, dar una contestación a esta cuestión.
Lo primero es afirmar categóricamente que en la Araucanía hay un conflicto, un gran conflicto que ha sembrado el terror en los habitantes de la zona. Un conflicto que los sucesivos gobiernos no han podido resolver en los años transcurridos desde 1989. Y que hay un problema de pobreza campesina de enormes proporciones. Un problema que tiene que ver con la incapacidad nacional de integración multisectorial.
El Conflicto en la Araucanía no es  Mapuche, no es de mapuches.
Hemos definido el universo que conforman los mapuche en Chile y en la Araucanía basados en las encuestas de población del INE. Hemos analizado la extensión, profundidad y vigencia de la “Cultura Mapuche”. También se ha mostrado la trayectoria del conflicto en base a la historia que ha quedado plasmada en la prensa, en los testimonios de agricultores, gremios, campesinos indígenas y no indígenas de la zona.
Ninguno de estos análisis nos lleva a concluir que los mapuche tienen un conflicto con el Estado chileno, como se demuestra en los estudios publicados por el Centro de Estudio Públicos, citados en este libro. Más aún en la contestación a las preguntas ¿Se siente Ud. mapuche, chileno o una mezcla de los dos? Las respuestas son:
 a) En el grupo de alta intensidad 72% se siente chileno.
b) En el grupo de media intensidad el 51% se siente chileno, un 48% se siente mapuche y chileno.
c) En el grupo de baja intensidad el 80% se siente mapuche y chileno.
 De todos los parámetros medidos se deduce un pueblo que se identifica con la chilenidad y sus instituciones.
¿Cuál es el fundamento, entonces, para hablar del “Conflicto Mapuche”?
El origen de la situación conflictiva se encuentra, en Chile, en las organizaciones de orientación marxista que promovieron los partidos correspondientes de esta tendencia para oponerse al Régimen Militar. Luego, con entusiasmo, se unieron los democratacristianos con su comunitarismo utópico. El campo estaba  preparado para la siembra. Fuera de Chile, en Organizaciones Europeas, de EEUU y Canadá sin finalidades claras, vinculadas con gobiernos cuyos finas tampoco se conocen.
Paralelamente, en la década de los ochenta del siglo pasado se produjo un movimiento indigenista creciente y sumamente agresivo en el ámbito internacional. Fue  el abono para la siembra.
Al llegar al poder los partidos de la Concertación ya existían dirigentes indigenistas, algunos de ellos auténticamente indígenas, otros solamente agitadores izquierdistas. Por otra parte intelectuales de izquierda se dedicaban a descalificar lo que llamaron “historia oficial”, dándose a la tarea de escribir historias de los mapuche, que se sustentan en narraciones de ancianos y análisis antropológicos, de dudosa seriedad científica.
En este ambiente el Presidente Aylwin promueve y promulga la ley 19.253 que parte de supuestos indigenistas y que, una vez promulgada, genera y exacerba aspiraciones imposibles de cumplir. Esta ley, como se ha demostrado, se enlaza con el Convenio OIT 169, y otras disposiciones legales y administrativas, ha sido la creación izquierdista para realizar acciones reivindicativas de tierras y de objetivos políticos como la autonomía de los “pueblos originarios” que rayan en una desbocada demencia.
Hay un conflicto en el sur de Chile. Provocado por la irresponsabilidad de los políticos, por la instigación de los ideólogos indigenistas, por potencias extranjeras, por ONG internacionales cuyos propósitos no están claros y por la apetencia de tierras de personas a las que la ley les ha creado una institucionalidad que ha activado la violencia que las autoridades no han sabido o no han querido controlar.
Conflicto existe, pero no es mapuche.
“Conflicto Mapuche” es un buen titular de prensa, es identificatorio: es la contribución de la prensa a la agitación irresponsable.
Un problema grave existe, pero es el creado por la utilización de la pobreza de compatriotas desde la agitación inmisericorde; por el terrorismo al que se responde con temor y diálogos que desprestigian la autoridad del Estado.
Un problema existe, es el problema generado por la ideologización de unos y la irresponsabilidad para legislar de otros.
No les endosen a los naturales de estas  tierras acciones que no les son propias. No los engolosinen con “tierras ancestrales” que son una utopía de intelectuales añejándose en una lucha  de clases en que los indígenas son los oprimidos y los chilenos los opresores. O el botín de intereses extranjeros, como lo avizorara Cornelio Saavedra en 1870.
El respeto por la persona humana, que debe ser el principio y fundamento de toda política pública, debe guiar a los gobernantes para que los pobres salgan de la pobreza, para que los incultos accedan a la cultura de la información.
Que a nadie se le haga creer que su solución vital está encadenada a 5.5 hectáreas de tierras en razón de una supuesta cultura que solo los indigenistas buscan mantener o inventar porque les reporta enromes ventajas económicas y de todo orden. O al utópico, o sedicioso, dominio autónomo de la Araucanía.
El Conflicto no es Mapuche, es la utilización perversa de los mapuche por políticos que por la vía legislativa generaron condiciones para el conflicto, por los ideólogos izquierdistas y los activistas indigenistas, nacionales e internacionales, que hicieron uso de estas condiciones  para conseguir propósitos que, algunas veces se explicitan,  otras se ocultan, perdiéndose en la verborrea de sus patrocinadores y en los laberintos infranqueables de las ONG que apoyan a estos activistas. También por los gobiernos, incapaces de enfrentar este grave problema con el ejercicio de la  autoridad, que no es un privilegio, sino una responsabilidad ineludible.
Se dice por muchos que uno de los más graves problemas del futuro inmediato será el control sobre el  agua, nuestro sur tiene una de las mayores reservas de agua del mundo; el futuro próximo de la vida económica mundial, por otra parte,   está en la cuenca del Océano Pacífico, las costas de Chile, su borde costero, es una plataforma excepcional para generar enclaves para la pesquería y el comercio en el Pacífico.
El mundo está presenciando nuevas formas de imperialismo: sin control territorial directo, pero controlando a quienes tienen el poder sobre ciertos territorios. ¿Será Chile un objetivo de este nuevo imperialismo?  


sábado, 23 de mayo de 2015

Paz en La Araucanía




 Nota: esta artículo ya fue publicadi en agisti de 2014

PAZ EN LA ARAUCANÍA.

Esta frase, generalizada, transversal, tranquilizadora, que utilizan  todos los sectores que proponen como finalidad de cualquier acción que se proponga para la región: el logro de la paz.
¿Es la paz un bien en sí mismo? Si, ciertamente, lo es.
Entonces ¿porque ha sido tan difícil lograr la paz en La Araucanía?
La contestación parece sencilla, y por sencilla, o por temor a la verdad, no se expresa, no se analiza, no se debate; la violencia aumenta, los violentistas están cada vez mejor entrenados, mejor  equipados, mejor organizados, él  Estado cada vez, mas confundido.
Conseguir la paz supone el acuerdo entre la sociedad civil, que comprende a todos, mapuches o no mapuches, los grupos indigenistas activistas,  y el Estado. Cualquiera de estos grupos que no está disponible para conseguir la paz, destruye los procesos de pacificación.

Para poder dimensionar el problema de La Araucanía es necesario  recurrir a una simple definición: la violencia es un medio para conseguir un objetivo. El Objetivo es la creación de un estado autónomo entre al Bio Bio y el Toltén. Es decir, ceder soberanía en un territorio comprendido entre estos ríos y desde la Cordillera de los Andes hasta el Océano Pacífico.

La violencia deliberada y programada  es un instrumento para cercenar la continuidad del territorio nacional.
Generar programas de desarrollo no solo está bien, es necesario, pero hay que estar conscientes que, por si solos, no aseguran el objetivo de paz.
Hay consenso en que el pueblo mapuche no participa de la violencia de los indigenistas. Negociar con ellos es posible y, con seguridad, se conseguirán importantes avances en la integración nacional.
Per no son estos mapuche los que no quieren la paz. Son aquellos que reivindican la “emancipación”, la “autonomía territorial” (entre al Bio Bio hacia el sur) del “Pueblo Nación” mapuche.
José Lincoqueo, abogado mapuche escribió a la entonces presidenta electa Sra. Bachelet:
“…Chile llega hasta la rivera norte del Bío Bío, que en su inciso final dispone que “...el Bío Bío es la línea divisoria entre los nuevos hermanos y aliados” , es decir, es la frontera entre Chile, y Ragko Mapu (Arauco en el idioma español de ustedes los chilenos)”,  En una conversación casual con el abogado José Lincoqueo, sostenida en las oficinas del Archivo General de Asuntos Indígenas en Temuco, me dijo textualmente: “…si, es cierto que estoy suspendido del ejercicio profesional, pero solo para representar a terceros, en las demandas sobre tierras mapuche me represento a mí mismo como copropietario de todo este territorio junto a mis hermanos mapuche”. 
Demás está decir que el Sr. Lincoqueo es referente intelectual e ideológico de los movimientos indigenistas.

Héctor LLaitul: El pensamiento emancipatorio de la Coordinadora Arauco-Malleco / Una estrategia de Liberación Nacional Mapuche (Parte I)

<<…la CAM  ha manifestado  así  su  posición:  “Es  la  restitución  de  la  autonomía  del  pueblo Mapuche,  el autogobierno,  la  construcción  de  una  economía  interna,  el  control  de  las  relaciones sociales,  el  respeto  a  la  cultura  y  a  la  lengua.  Hemos  comenzado  un  proceso  de acumulación de  fuerzas, proceso necesario para  conseguir el objetivo de  la autonomía  y posterior  liberación”. Entonces, para mayor  comprensión, debemos dejar  claro  también, que la CAM no es separatista, no hemos planteado la creación de un Estado separado del chileno, por tanto la demanda separatista no aparece en nuestro pensamiento y discurso.
Lo que si se expresa es la demanda territorial para desarrollar un proceso de autonomía y liberación  nacional.  Podría  parecer  claro  que  la  demanda  de  recuperación  total  del territorio  ancestral  abre  la  posibilidad  de  una  posición  separatista,  pero  al  respecto  no tenemos  una  posición  definida.>>

Carta del Lonko Catrilanca.
…”En ese contexto, nuestras demandas puntuales para establecer dialogo real y soluciones concretas son las siguientes
1.- Derechos Territoriales.
a) Devolución del Territorio Mapuche desde el río Bíobío al Sur, a partir del reconocimiento explicito que el Estado hace sobre su existencia en el Tratado de Tapihue de (1825) Art. 19”
Las afirmaciones las respaldan en el Parlamento de Tapihue, al que otorgan categoría de “Tratado Internacional”. Esta afirmación carece absolutamente de fundamento  jurídico constitucional.
De estas afirmaciones, entre muchas, se puede deducir con certeza quienes se oponen a la paz en La Araucanía y lo utópico que resultan las declaraciones de políticos que, con buena voluntad, esperan que los programas de desarrollo que impulsan pudieran recuperar la paz en zona.

Hemos destacado tres declaraciones que se refieren a la creación de un Estado Autónomo, haciendo hincapié en la frase “al respecto no tenemos posición definida”, (refiriéndose a separación del Pueblo Nación Mapuche con Chile)  del documento de la CAM.”

El núcleo del debate debería ser el tema real de discusión y de búsqueda de soluciones. El problema radica en saber se los líderes indigenistas están dispuestos a deponer sus objetivos.
No menos importante es saber si los responsables del Estado chileno están dispuestos a entregar territorios autónomos al Pueblo Nación Mapuche. Esto es, nada más y nada menos, ceder soberanía.
Las definiciones deberían explicitarse para saber de que se trata la búsqueda de la paz en La Araucanía.
Hay que subrayar  que lo que ocurre en La Araucanía no es un “conflicto social”, como livianamente se sostiene, es conflicto político, de  ejercer o no la soberanía por quienes tienen la obligación de hacerlo.

Julio Bazán A.
2 de agosto, 2014


sábado, 16 de mayo de 2015

Araucanía, preguntas para Aleuy




Araucanía, preguntas para Aleuy

Ya debe haber llegado a Temuco el subsecretario Aleuy.
Ayer, en la  radio Cooperativa, defendió la “legitimidad de las demandas del pueblo mapuche”

Sugiero hacerle las siguientes preguntas

¿Afirma Ud. que es legítima la demanda de “Emancipación del pueblo mapuche”?
 ¿Afirma Ud. que es legítima la demanda de “Autonomía política del pueblo mapuche”?
¿Afirma Ud. que es legítima la demanda de “Soberanía territorial  entre los  ríos  Bio-Bio y  Toltén”?,
¿Afirma Ud. que es legítima la demanda de “Establecimiento de un Estado del “Pueblo Nación” mapuche”?

Estas son las preguntas fundamentales. La violencia y el terrorismo nacen de quienes sostienen estas demandas.

Julio Bazán A.
16 de mayo 2015

miércoles, 13 de mayo de 2015

La Araucanía y Roma




LA ARAUCANÍA Y ROMA

Mientras Roma ardía el emperador Nerón contemplaba el espectacular incendio tocando se lira.
Mientras La Araucanía arde pareciera que faltan liras para que los responsables de apagar el incendio contemplen el siniestro espectáculo que en esta querida región está ocurriendo.
Nerón había decidido arrasar Roma para crear un magnífico palacio imperial para posar su magnificencia imperial.
¿Para que se está arrasando La Araucanía?
El objetivo lo conocemos, lo hemos denunciado en este Blog reiteradamente. Creo que los responsables políticos y de organismos intermedios de la zona, o no lo creen, o se amparan en una especie de evitación psicológica para no enfrentar el verdadero problema.
Se han estancado en los efectos violentos de una política destinada a conseguir el reconocimiento de derechos para lo que llaman “Pueblo Nación Mapuche:
- Emancipación del pueblo mapuche,
- Autonomía política del pueblo mapuche,
- Soberanía territorial  entre los  ríos  Bio-Bio y  Toltén,
- Establecimiento de un Estado del “Pueblo Nación” mapuche.
Estos son los objetivos reales, explícitamente expresados por los más importantes líderes indigenistas que promueven la violencia.
Estos son los incendiarios, los que promueven la violencia y la agitación.
Los diferentes gobiernos han estimado que comprando tierras para entregárselas a los indígenas y permitir el crecimiento del dominio territorial indigenista resolverá el problema de la violencia: por esto  la CONADI es cómplice de los sediciosos, maneja los fondos públicos para permitir la consolidación de los grupos que pretenden dividir el territorio nacional.
Hay que preguntarse el porque esto sigue pasando, porque los representantes políticos de la zona, los dirigentes gremiales no encaran el problema real y se contentan con ir describiendo, día a día, como se desarrolla la violencia.
Me permito proponer como hipótesis una respuesta: porque, para muchos, los verdaderos objetivos no tienen vigencia, son demasiado imposibles de lograr, porque la soberanía territorial está asegurada por la Constitución Política. Ergo: no actuamos, esperamos que este problema se resuelva solo, no es nuestra responsabilidad. Se olvidan que se está proponiendo una nueva Constitución generada por el “pueblo”, que los marxistas han sido los más fervientes respaldos de los extremistas.
Por otra parte, la inercia de la pasividad se ha enseñoreado de los habitantes de la zona, parece que se han acostumbrado a vivir aterrorizados.
Ayer quemaron la casa de un funcionario de CONADI, se tomaron dos fundos en Vilcún (desalojados por carabineros). Y solo se oyen las mismas reclamaciones baladuchas de siempre e intercambios histéricos de mensajes en las redes sociales que a nada conducen…
Compren liras, flautas y tambores para contemplar el incendio de La Araucanía.

Julio Bazán A.
13 de mayo de 2015